viernes, 30 de octubre de 2009

Cristina y San Martín (dos calles que no se cruzan)



















Mientras firmaba un acuerdo estratégico con Bachelet que incluye la construcción del túnel por Aguas Negras en San Juan y el Tren Trasandino (que esperemos que no sea como el Tren Ballack), nuestra presidenta se comparó con el Libertador de América, que no es Santander, ni Toyota, ni Boca Juniors, ni Independiente. Apenas vio un micrófono, aprovechó para lucirse con una de sus metáforas, y le dijo a su par que "con el abrazo y las cosas que hemos firmado estamos protagonizando otro Cruce de los Andes". A pesar de que el acuerdo se firmó en la histórica ciudad de Maipú, donde en 1818 San Martín y Bernardo de O'Higgins se dieron el abrazo luego de culminada exitosamente la batalla contra las tropas españolas, como parte de la guerra de la Independencia, cabe destacar que ni Michelle se parece a O’higgins, ni Kristi a Don José. En el caso de que queden dudas, les proponemos jugar a las diferencias.


¡¡¡Estás igual!!!


1- San Martín protagonizó la campaña junto a Bolívar, con la que los heroicos pueblos americanos se liberaron transitoriamente.

Cristina colaboró con la entrega del petróleo mediante la privatización de YPF durante el Menemato, la pesca para Conarpesa, las tierras a los extranjeros en el Sur.


2- Dos frases de San Martín: “Cuando la patria esta en peligro, todo esta permitido, excepto, no defenderla”. “Seamos libres, lo demás no importa nada”.

Dos radiografías de Cristina: a) Prometió eliminar el FMI del diccionario, pero a los dos años de su spot de campaña volvió a arreglar como Menem, De la Rua y Duhalde.

b) Dice combatir a la patria sojera y fomentar una mayor distribución del ingreso. Sin embargo, favorece la concentración de tierras, impulsa el feed lot a gran escala y en el Presupuesto 2009, hay muchos menos fondos para salud y educación, que para gastos reservados y pagos de la deuda.


3- San Martín pidió a sus granaderos “no dejar las armas de la mano hasta ver al país enteramente libre o morir con ellas como hombres de coraje”.

Cristina extorsionó a los senadores (que son tan culpables como ella) para que aprobaran leyes contra sus propias provincias (como una coparticipación federal peor que la del Menemato), con la amenaza de no girar fondos para sueldos y obras.


4- Una frase de San Martín: “Sacrificaría mi existencia, antes de echar una mancha sobre mi vida pública que se pudiera interpretar por ambición”

El patrimonio de Cristina: una incógnita con más de seis ceros.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Dime quién te elogia...

y te diré hacia dónde apuntas...

Ámbito Financiero elogia a Boudou

Los diarios financieros dejan en segundo plano la estrategia del vicepresidente Julio Cobos, y priorizan la defensa del ministro Amado Boudou en el Congreso del proyecto de Presupuesto 2010. Bajo el título “El Gobierno apuesta a recaudar 34% más con las retenciones en 2010”, El Cronista opina que Boudou “mostró una estimación razonable pero con inevitables inconsistencias”. Además, hace foco en la “Ley de Medios: Cobos pide consenso en una carta y espera a los Kirchner en el Senado”. Ambito remarca que “Apuran acuerdos con FMI, el Club de París y bonistas”; y considera que el ministro de Economía “volvió a enviar señales respecto de la voluntad de ‘normalizar’ la situación financiera del país”. Añade que el “Oficialismo presiona a Cobos para achicar el debate”.

Esto es para los que dicen que el de los Kirchner es un gobierno progresista

sábado, 19 de septiembre de 2009

Radiografía de un intelectual "progresista"


“-Tomas muy en serio tu vocación -dijo Vincent perezosamente-. Al fín y al cabo, ¿qué importa? ¿Qué son los cuentos? ¿No son un opio para la vida de los cobardes? Preferiría inventar algún instrumento, o construir un puente de tablas sobre un arroyo fangoso, antes que escribir el mejor cuento del mundo”.
Morley Roberts, El Anticipador






Un intelectual "progresista" no se compromete con nada físicamente. En términos corrientes, no pone el hombro ni para dormir. Lo suyo es la charla y el café, mucho café. Entiende que hay hombres que nacen para el trabajo manual, y otros para pensar, reflexionar, problematizar. Aunque no lo reconozca, está seguro que lo suyo es más importante que lo que hacen los que hacen. Gracias a personas como él, que tienen la lucidez suficiente como para no meterse en cualquier cosa, supone que el mundo va avanzando hacia la igualdad y la libertad.

Como no participa activamente en nada, critica todo. A las cosas que pintan mal por razones obvias, y a las que pintan bien, trata de encontrarle defectos para justificar su pasividad. Lo mismo hace con los pocos intelectuales que se comprometen de verdad. Se pierde en una búsqueda frenética de defectos y desaciertos para redimirse, y cuando encuentra algo que no es perfecto dentro de sus parámetros, canta victoria como si hubiera conquistado algo. En realidad, se trata de personas sumamente individualistas que se esconden bajo una fachada solidaria.
En términos políticos, siempre apoya el candidato de discurso más elaborado y progresista, sea lo que sea en esencia. Después de una elección, despotrica contra la gente, y juzga al pueblo de ignorante por como vota. La única actividad cívica que tiene sentido para él es el voto, y en él pone todas sus esperanzas. Si gana un mal candidato, es capaz de decir lo indecible como: "estos negros son un desastre" o algo por el estilo. Caminar hasta la escuela donde está empadronado es el summum de su esfuerzo atlético por una causa política. Marchar o participar de un piquete es una actividad sofocante para nuestro sedentario personaje.

Lamentablemente, estas caricaturas dominan el mundillo académico y mediático. Son capaces de no apoyar una iniciativa ineludible porque en un volante dice "pueblo" en vez de "colectivo" o "compañeros" en vez de "sujetos". Dan mucha lástima y causan mucho daño. Ojalá, como dice la pensadora Florencia de la V, "se les caiga pronto la careta".


sábado, 5 de septiembre de 2009

Las palabras, las manos y la política




¿Son o se hacen?




Un grupo de intelectuales me quiere hacer creer que Cristina y Néstor son la reencarnación del Che Guevara. Desde Carta Abierta hasta Eduardo Aliverti, pasando por los teóricos del Partido Comunista, Carlos Heller y Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, son los más sobresalientes. Entonces me pregunto: ¿Tendrán razón?




En primer lugar, la foto muestra que Cristina es o se dice peronista. Por lo tanto, descartemos que ella o su marido sean comunistas. Es cierto que existen sectores del peronismo con posiciones cercanas al marxismo, sobretodo en lo referido al anti-imperialismo. Claro que la pareja presidencial entregó la minería, la pesca, favoreció la privatización de YPF en su período menemista (como Picasso que tuvo un período Rosa, otro Azul, etcétera), las tierras de la Patagonia en manos extranjeras, y siguen los ejemplos. Además pagó una deuda externa que ha sido declarada fraudulenta, ilegítima y usuraria (lo que en derecho internacional se llama deuda odiosa) a costa del hambre del pueblo argentino. En este caso, se cae el argumento del carácter nacional de este gobierno. ¿Será popular? Bueno, televisa el fútbol para todos los argentinos que puedan ver Canal 7 sin cable, si es que tienen un televisor, y si es que no juntan cartones o salen a robar comida los domingos. También impulsa una ley de medios, con la cual las telefónicas nos van a poder cobrar el cable, el teléfono y la interné en una sola boleta que seguro superará los 100 mangos. ¿Eso es un precio popular? Me olvidaba, las organizaciones no gubernamentales van a poder pedir publicidad para tener un medio, que no tengo idea cómo van a mantener.




Claro que resta el último argumento, el fundamental. Su política de derechos humanos. Algo que todos los gobiernos anteriores ignoraron y este gobierno usa como caballito de batalla hasta para presentar un plan de financiación de plasmas. Aquí también le podemos encontrar una pequeña hendija. En el juicio de Nuremberg (que condenó a los responsables del Nazismo) se acusó a 611 personas, y en el juicio principal se condenaron a 24 de un saque. En la Argentina las causas avanzan con tanta lentitud y sin un presupuesto destinado a acelerar el tema. Esto es responsabilidad del Gobierno, que cuando tiene que mover un juez o borocotizar un candidato saca plata de cualquier lado. Mientras tanto, mantienen a las agrupaciones que defienden los derechos humanos tranquilas, mientras se van muriendo los represores. Hasta en eso mienten.




Doble discurso




La pregunta inicial vuelve con fuerza. Me cuesta creer que todos estos intelectuales "progresistas", que acusan a toda oposición al gobierno como parte del bloque de la derecha (incluyendo la nueva derecha, que según ellos ataca por izquierda) no se dieran cuenta de estas cosas que acabo de exponer. En realidad, hay muchos que están cobrando una buena moneda por sostener los malabares teóricos que plantean. Otros sufren el virus de la intelectualidad, que juzga a los gobiernos por su discurso y no por sus hechos. Aunque parezca incoherente, esta enfermedad tiene lógica. Como ellos no hacen nada, y analizan todo desde el pedestal del saber, mal le pueden reclamar a otros que pongan las patas en el barro. Afortunadamente, cuando se termine este gobierno quedaremos memoriosos que les recordaremos su complicidad.




COMANDO NUEVA DERECHA, QUE CORRE AL GOBIERNO POR IZQUIERDA (CNDQCAGPI)






jueves, 3 de septiembre de 2009

Demagogia oficial (parte 2)


LA “NUEVA” CARA DEL FUTBOL GRATIS
De apologista de Menem a relator K

“Vuelve el fútbol, pero el fútbol ahora es para todos”, anunció ayer minutos antes de las 19 el flamante coordinador y relator estrella de Canal 7 en la primera transmisión oficial de fútbol. Sin embargo, el ex conductor de “Fútbol de Primera” no tiene un historial caracterizado por su defensa del Estado. Por el contrario, reivindica las privatizaciones de Menem, apoyó a (y festejó con) Macri en la última elección para jefe de Gobierno porteño y escribió en su blog –en marzo de este año– que la administración K “sigue manejando como propio un canal que es del Estado”.
Por Federico Bassahun

El regreso. Ayer en La Plata, a las 19, en una de las cabinas de transmisión de la cancha de Gimnasia. No relató pero sí presentó el primer partido de esta “nueva era”.Idolatra a Carlos Menem “porque modernizó el pensamiento peronista”, aunque le reprocha “no haber profundizado ese cambio en su segundo mandato”. Evalúa que “Macri es lo mejor que le pudo haber pasado a la Ciudad”. Admira, a la vez, a Fidel Castro “porque transformó a los seres en humanos”. Reclama “la pena de muerte para Videla.”
Los entrecomillados pertenecen a Marcelo Araujo, flamante coordinador de las transmisiones futbolísticas de Canal 7. En limpio: el relator estrella de la televisación K (o de “la familia Kirchner”, como la llama en su blog) es admirador de Menem y de Macri y cuando este último se impuso en las elecciones de 2007, lo festejó en el búnker de PRO.
Ateo e hijo único. Lázaro Jaime Zilberman nació el 12 de junio de 1947, en Villa Crespo. Madre, ama de casa; padre, fabricante de zapatos. Polacos judíos, ellos, habían huido de la Alemania nazi (los hermanos de ella murieron en el intento). Cuando niño, jugaba al fútbol: “Era zurdo y goleador, pero pecho frío.” Trabajó como empleado administrativo de una fábrica metalúrgica, como vendedor de zapatos y como ayudante de un agente de bolsa estadounidense. Aunque la madre quería que estudiara contaduría, él (ateo desde adolescente) se inscribió en el Círculo de Periodistas Deportivos (y también en la Facultad de Derecho, pero apenas si fue). Allí conoció a Mauricio Goldfarb. Juntos le pidieron trabajo en la Oral deportiva, de Radio Rivadavia, a José María Muñoz, que les asignó las coberturas de ciclismo y de polo (Zilberman tenía una mínima experiencia: en 1963 había entrevistado boxeadores para Radio Porteña). Goldfarb ya era Mauro Viale, y Zilberman, Marcelo Araujo (“Araujo, por un corredor de autos”), porque temían que los discriminaran.
Hijo de un radical que detestaba a Perón por “sus actitudes antisemitas” al permitir la entrada a la Argentina de dirigentes nacionalsocialistas tras la caída de Hitler, Araujo militaba en la Juventud Peronista. Sin embargo, lo decepcionó la última presidencia de Perón. Pero su militancia recién lo perjudicaría en 1978, tras el Mundial, cuando lo despidieron de ATC, aunque había escrito en un artículo que la organización y obtención del Mundial “fue el milagro argentino. Su organización lograda contra los presagios, sorprendió al mundo. Se disolvía el prejuicio que traían los colegas extranjeros merced a la insidiosa propaganda de las organizaciones subversivas”. Lo despidieron igual.
Al tiempo, volvió. Trabajó en Radio Mitre, como parte del programa Sport 80, con Víctor Hugo Morales (the best), Niembro, Adrián Paenza, Néstor Ibarra y Diego Bonadeo, entre otros. Cuando Niembro asumió en 1989 como interventor de Canal 11, Araujo se hizo cargo de la gerencia de noticias. Pero no allí, sino en Fútbol de Primera, junto a Enrique Macaya Márquez, dejaría, no sin histrionismo mediante, su sello en el relato.
Loco, no; ‘crazy’. “Estaba harto. Me aburría como un hongo. Era un relator insoportablemente formal y solemne”, explicaba Araujo, en 1993, cuando se le preguntaba por sus latiguillos “ligados a lo sexual”: por ejemplo: “¡Lo que te devoraste!”, cuando un jugador erraba un gol, o “Se te salió, hermano, a veces pasa”, u “¿Hoy no piensan mojar?”. Pero desde Canal 13, que transmitía el programa desde 1991, se le pidió que los evitara, porque “muchos chicos miraban el programa”. Araujo juzgó entonces que el reproche provenía de un sector “castrado sexualmente”. Y se justificó: “Uso el lenguaje de los hinchas.”
Pero Araujo no se detuvo, en su afán por “ser como Mario Pergolini”: también incorporó el “¿Estoy crazy, Macaya?”, que, como él mismo confesó, derivó en un aumento de sueldo y en su consagración como relator. Sin embargo, se lamentaba: “Muchos se quedan con eso, pero a mí me pone muy mal. El crazy tapa otras cosas. Por ejemplo, mi profesionalismo”. Pero él sabía que la ortodoxia no era lo suyo: en su primer relato televisivo, en 1974, lo reprendieron porque había imitado a su admirado Matías Prats, un relator español que se limitaba a nombrar a los jugadores y a decir gol con el mismo énfasis. A años luz del “estoy cagado”, durante el partido de 1993 ante Australia, que clasificó a Argentina al Mundial del año siguiente, o del: “Andá a vender ajo y limones” a un futbolista boliviano (“cuando juega Argentina, soy premeditadamente chauvinista”). O del anuncio que realizó durante una transmisión, un sábado de 1997: “Voy a festejar con ‘champú’ con Chiche (Duhalde)”. Al otro día, la esposa de Duhalde perdería la elección legislativa con Graciela Fernández Meijide.
En 1999, Santiago Segurola, entonces editor de Deportes del diario español El País, lo criticó en un artículo titulado “El festejo de la estupidez”, tras un relato de Araujo durante un partido en que Martín Palermo se lesionó. “Nooo. Lo van a cambiar a Martín. ¡Me voy, me voy! Macaya, decile que noooo. ¡Ponele el chup chup en la rodilla” (en alusión a un analgésico), sobreactuó Araujo. En su artículo, Segurola lo calificó como el “rey del chiste fácil y del irrespetuoso trato a los jugadores. Allí estaba un delantero con los ligamentos rotos, y este Araujo dándoselas de gracioso pueril. (…) La patochada agresora de Araujo, desgraciadamente convertido en la voz del fútbol argentino”.
Un personaje, Araujo, que consideraba en 1996 que TyC no era un monopolio, aunque concedía, irónico, que “el periodista que está afuera puede tener varias razones para criticar: la envidia, una de ellas”. En 2004, sin ambages, fue despedido de Fútbol de Primera. Cuando Gabriel Mariotto, el interventor del Comfer, explicaba en marzo en qué consistiría la futura Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Araujo juzgó en su blog: “Todo ser humano por el simple hecho de nacer tiene derecho a sus necesidades básicas(...) ¿también a ver un partido de fútbol por televisión?”. Juzgó, además, que la promovía “un gobierno que sigue manejando como propio un canal que es del Estado”. Lógico: Araujo, como él mismo se define, es “un privatista”.
Fuente: Diario PERFIL

viernes, 28 de agosto de 2009

La demagogia (capítulo 1)

¿Qué es el FMI?


Posmodernidad, globalización y Tamiflú





¿Cuántos fundamentalistas del alcohol en gel quedarán después de la pandemia? Pocos. Lamentablemente, muchos seguirán repitiendo como un escolar aplicado las ficticias palabras que dan título a este panfleto. Y otros tantos que no vivieron la peste bubónica ni la fiebre amarilla (que según la leyenda se llevó el toque de candombe característico de San Telmo) seguirán recordando la inútil paranoia vivida a causa de una gripe.

La posmodernidad no existe nena

1-Betty la linda

Cuando abrí las fucsias tapa y contratapa del libro de Beatriz Sarlo (Escenas de la vida posmoderna) tenía apenas 17 años. Creía poco en la universidad, pero lo suficiente como para leer lo que me recomendaran. Reconozco que aún después del prólogo tenía la esperanza de encontrarme con una descripción lo más fidedigna posible del “espíritu de época”. Una comedia humana posmo (que imbécil me siento ahora) que diera cuenta de “todos los enigmas de la nueva era”. Pero no fue así. En vez de ello, ¿saben con qué me encontré? Con una señora que tenía que justificar que no quería pensar más, que se moría por compartir la Revista Viva con Valeria Mazza y Jorge Bucay, pero que necesitaba un fundamento filosófico para su escepticismo. No le alcanzaban la orgía Nitzscheana, Dionisíaca y Carpediemeana trucha que se vivía en los círculos intelectuales pos-mayo francés. Necesitaba más. ¿Y qué fue lo que encontró? ¿Qué creen que descubrió esta señora para resumir la condición posmoderna porteña? Que el mundo transcurre en los shoppings, que todas las mujeres se mueren por una cirugía estética y… no creo que pueda decirlo… y… me da asco cada vez que lo recuerdo y… UNA MUÑECA INFLABLE DE AXL ROSE. En torno a estos 3 elementos (disculpen por el último) gira la Buenos Aires posmoderna de Beatriz Sarlo. No hay trabajo esclavo detrás de cada mercancía que se compra en el Shopping Betty. No hay medios de comunicación que venden el fin de los grandes relatos, y que sugieren a la gente que todo el mundo posible pasa por los MMC. No hay una consecuente necesidad de la gente de parecerse a un famoso para de ese modo adquirir una “existencia real”. No hay industrias culturales imperialistas, que importan ídolos de goma para los países dependientes como la Argentina. Todo eso no existe en Sarlo, porque ella sencillamente no cree en las explicaciones científicas (¿el fin de la sociología?), sino en las encrucijadas y las paradojas. Variaciones en torno a este asunto se encuentran en Lyotard, Váttimo, Deleuze, etcétera. Y ya que les gustan tanto las paradojas a los posmodernos, les voy a regalar una como conclusión del párrafo. Isabel Sarli, monumento a la teta, inspiradora de millones de masturbaciones a través de los siglos de los siglos, asegura que jamás se operó nada. Beatriz Sarlo, pensadora, ensayista, investigadora, profesora, docente, columnista de la Revista Viva, se retocó las bolsas debajo de los párpados. ¿Habrá sido una autobiografía “Escenas de la vida posmoderna”? ¿Será cleptómana (una aburguesada que roba no puede ser considerada chorra) también?

2-Una palabra vacía

La posmodernidad y la globalización son como el unicornio azul, pero mucho más peligrosas. Palabras que designan una fantasía, pero una fantasía que oculta cosas muy jodidas. En primer lugar, asumir que se terminó la modernidad, es asumir que libertad, igualdad y fraternidad ya no son una meta. Además, asumir el fin de los grandes relatos y de la verdad es resignarse a que miles de millones de pobres mueran sin remedio y hereden su “cruel destino”. Estamos hechos mierda, pero si no tenemos un norte al que podamos llegar (y no pelotudeces anarco-imposibles) y por el cual estemos dispuestos a pelear, seremos cómplices de lo que nos pasa. Aunque no coincido con su diagnóstico, prefiero lo que dijo Walter Benjamin: “sólo por nuestro amor a los desesperados conservamos todavía la esperanza”

La globalización tampoco mi amor

1-El muro de Berlín se cayó re tarde chabón


Pensar que el socialismo fue derrotado en Alemania Oriental o con la Perestroika, es prueba de que no se ha leído a Marx sino a sus eternos e insufribles interpretadores. Durante el gobierno de Stalin, la burocratización del partido causada por los errores y abusos del Georgiano llevó a que se revierta el proceso revolucionario. En el año 1956 asume Jruschov y lo primero que hace la URSS es invadir Polonia y Checoslovaquia. Allí se viola un principio fundamental del socialismo que es la autodeterminación de las naciones. El carácter imperialista de los soviéticos queda claro en el discurso de Argel pronunciado por el Che, donde les reclama a los rusos que cambien materias primas de los países dependientes de su órbita por productos manufacturados de la URSS. Por lo tanto, Cuba pasa a ser un país dependiente de la Unión Soviética, hecho que trae consecuencias nefastas para su economía, no le permite desarrollar una fuerte industria nacional y es un tema que genera controversia entre Fidel y el Che. El caso de China es similar. Ante la muerte de Mao en el año 1978, que venía impulsando la Revolución Cultural para que las masas eviten la burocratización del partido, cae el último país socialista que quedaba en pie. La pregunta es: ¿Qué significó la caída del Muro? Una puesta en escena para decretar con necesidad y urgencia la muerte del socialismo. Luego vino el sinceramiento de Gorbachov y los millones de páginas escritos sobre el fin del fantasma rojo. De todos modos, reconocer la pérdida de una batalla importante es condición sine qua non para poder pensar en el futuro del socialismo. Y allí nace la tan mentada “globalización”, según dicen las biblias comunico-lógicas. Lo que no hay que perder de vista, siguiendo a Eduardo Galeano, es que la palabra globalización se usa para evitar hablar de imperialismo. ¿A quién beneficia la “teoría” que reza la inexistencia de las fronteras nacionales? A los que las violan, por supuesto. Habría que preguntarle a los iraquíes, si no existen. Los ignorantes que usan “globalización” como sinónimo de Internet, de tecnología, de comunicaciones veloces, favorecen a los países imperialistas que oprimen a los dependientes y a las colonias protegidos por un lenguaje light y cool. Y todo ese aluvión de hojas, que secan las aguas como en Cortázar, que contaminan como en Botnia, esa montaña de páginas, que pagamos con nuestros impuestos en la universidad, esa plaga de letras que repite obediente la palabra maldita, la fuckin’ globalización, me da mucha vergüenza. Hablan de la importancia de INTERNÉ, cuando sólo el 20% de la población mundial (los números en Latinoamérica son menores) tiene acceso a la red. ¿De qué omnipotencia me hablan, si la mayoría que más sufre no entra a este blog ni a ningún otro? Hablan de la TECNOLOGÍA, cuando la fuente de ganancia no cambió: el trabajo sigue siendo la única fuente de valor agregado, mal que le pese a los detractores de El Capital. Y no vale la pena referirse al restringido acceso que hay a los objetos tecnológicos en las inmensas mayorías. Hablan de la VELOCIDAD DE LAS COMUNICACIONES Y LA INFORMACIÓN, como si fuera determinante para hablar de un nuevo modo de producción. Porque podemos chatear no existen más los 500km que van de Paraná a Buenos Aires. Los mensajes de texto anularon la distancia que había entre Amsterdam y Burzaco. Lástima que mis amigos de la Villa Carlos Gardel no puedan tele-portarse a través de DirecTV, y estar en la cancha del Manchester City para ver a su ídolo Carlitos Tévez. Lo ven por la tele, pero a la vuelta los siguen matando a sus amigos por quedarse con un vuelto de pasta.

2- Otra palabra vacía

Aunque suene tragicómico, no fue un Baumann el primero en hablar de “la teoría de la globalización”. Desde los más altos círculos académicos de Wall Street se empieza a mencionar la posibilidad de un mercado global en 1979 (un año después de la muerte de Mao, o casualidad). Por lo tanto, lo que repiten al unísono miles de comunicadores, y hasta miles de pseudo-socialistas, es una expresión de júbilo del capitalismo porque el mercado había vuelto a unificarse.

No hay peor pandemia que el hambre


Lo más pedorro de todo esto, es que los paladines del lenguaje no se fijan, o no quieren que nadie lo haga, en el origen de las palabras que usan. Nietzsche los mearía a los posmodernos si viera que inventan y sustentan neologismos con fervor religioso. Los deconstructores (nunca mejor empleado el término) quieren atacar la cruda realidad con oníricas fantasías. ¿No será que estos intelectuales están en la perpetua búsqueda de la justificación a su cómplice pasividad? Quieren arrogarse la mayor honestidad intelectual desde los cómodos sillones de las casas con agua potable. Un poco los entiendo. La realidad da mucho asco y debe ser gratificante inventarse una Matrix con pochocho y todo. Sin embargo, cuando no se hable más del Tamiflú sino del genérico, cuando derrotemos a los imperialismos y no haya más países opresores ni oprimidos, cuando se termine el hambre en el mundo, la posmodernidad y la globalización van a abandonar las ciencias sociales y van a ocupar el único estante que siempre les correspondió en la literatura: el de la ficción más alienante.