
“-Tomas muy en serio tu vocación -dijo Vincent perezosamente-. Al fín y al cabo, ¿qué importa? ¿Qué son los cuentos? ¿No son un opio para la vida de los cobardes? Preferiría inventar algún instrumento, o construir un puente de tablas sobre un arroyo fangoso, antes que escribir el mejor cuento del mundo”.
Morley Roberts, El Anticipador
Lamentablemente, estas caricaturas dominan el mundillo académico y mediático. Son capaces de no apoyar una iniciativa ineludible porque en un volante dice "pueblo" en vez de "colectivo" o "compañeros" en vez de "sujetos". Dan mucha lástima y causan mucho daño. Ojalá, como dice la pensadora Florencia de la V, "se les caiga pronto la careta".
Morley Roberts, El Anticipador
Un intelectual "progresista" no se compromete con nada físicamente. En términos corrientes, no pone el hombro ni para dormir. Lo suyo es la charla y el café, mucho café. Entiende que hay hombres que nacen para el trabajo manual, y otros para pensar, reflexionar, problematizar. Aunque no lo reconozca, está seguro que lo suyo es más importante que lo que hacen los que hacen. Gracias a personas como él, que tienen la lucidez suficiente como para no meterse en cualquier cosa, supone que el mundo va avanzando hacia la igualdad y la libertad.
Como no participa activamente en nada, critica todo. A las cosas que pintan mal por razones obvias, y a las que pintan bien, trata de encontrarle defectos para justificar su pasividad. Lo mismo hace con los pocos intelectuales que se comprometen de verdad. Se pierde en una búsqueda frenética de defectos y desaciertos para redimirse, y cuando encuentra algo que no es perfecto dentro de sus parámetros, canta victoria como si hubiera conquistado algo. En realidad, se trata de personas sumamente individualistas que se esconden bajo una fachada solidaria.
En términos políticos, siempre apoya el candidato de discurso más elaborado y progresista, sea lo que sea en esencia. Después de una elección, despotrica contra la gente, y juzga al pueblo de ignorante por como vota. La única actividad cívica que tiene sentido para él es el voto, y en él pone todas sus esperanzas. Si gana un mal candidato, es capaz de decir lo indecible como: "estos negros son un desastre" o algo por el estilo. Caminar hasta la escuela donde está empadronado es el summum de su esfuerzo atlético por una causa política. Marchar o participar de un piquete es una actividad sofocante para nuestro sedentario personaje.
Lamentablemente, estas caricaturas dominan el mundillo académico y mediático. Son capaces de no apoyar una iniciativa ineludible porque en un volante dice "pueblo" en vez de "colectivo" o "compañeros" en vez de "sujetos". Dan mucha lástima y causan mucho daño. Ojalá, como dice la pensadora Florencia de la V, "se les caiga pronto la careta".
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