domingo, 26 de julio de 2009

Los 5 no de los comunicadores


1- No al escepticismo

Es muy fácil no creer en nada cuando uno tiene todo lo que necesita para vivir. Todas las fritangas y recalentadas que se hacen con Hume, Kant y la imposibilidad de conocer me tienen hasta los cojones. Si niega la existencia del mundo, deje de comprarse cosas. Si cree que todo es relativo y que no hay verdades, deje de leer y de escribir cosas que son dudosas de por sí y abandone la vida académica.

2- No al individualismo

Si quería salvarse usted solo, hubiera estudiado una carrera que no tuviera la palabra “social” estorbando en sus planes. En caso de haber concurrido a una universidad pública, está en deuda con todos los ciudadanos (y no ciudadanos) que le pagaron la carrera con sus impuestos y su lucha. Si usted estudió en una privada, mis condolencias. A su vez, para ser coherente no ame, no alimente mascotas, no ayude a nadie, etc.

3- No al elitismo

Los peores pelotudos son los que se creen especiales. Suele ser a los primeros que coje y coge la muerte. Encima cuando se vuelven alimento para lombrices ya no tienen tiempo de entender que cagaron fuego igual que todos. Suponer que entender un texto es más importante que ordeñar una vaca, es sinónimo de ignorancia. Creerse parte de una secta intelectual distinguida es más patético todavía.

4- No al eclecticismo

Un poquito de Marx, un poquito de Freud, un poquito de Levi Strauss, un poquito de Foucault, un poquito de Derrida. La diferencia entre un guiso y la filosofía es que ésta no es tan permeable a las mezclas como aquél. Mal que le pese a los conciliadores de todo, hay sistemas, concepciones del mundo, formas de entender el hombre y sus posibilidades de conocer que son incompatibles y, sobretodo, inconsistentes.

5- No a la opinología

Lo que Wikipedia no da, Encarta no quita. A la lógica necesidad de expresarse que tienen los comunicadores, hay que agregarle una considerable dosis de idoneidad y “conocimiento de causa”. De esta forma podremos combatir esta terrible pandemia que azota al periodismo y a las ciencias sociales. Tal vez, así nos evitemos el empacho de puntos de vista sin puntos de apoyo que tanto cuesta digerir.